L’Escala , por su situación al sur de la bahía de Roses gozó, desde la antigüedad, de una posición estratégica para la defensa. Recordemos que ya en el año 218 a. C. fue el lugar escogido por el ejército romano para desembarcar en el contexto de las guerras púnicas. Y a partir de entonces se inició la romanización de la península Ibérica. Siglos más tarde se construyeron numerosas torres de defensa contra la piratería, como la Torre de Montgó , construida en 1598, hasta llegar a la construcción de búnkeres de la época republicana y, posteriormente, de la época franquista.
El gobierno franquista, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), construyó la batería conocida como L-6, que formaba el conjunto de baterías al norte y al sur de la bahía de Roses, con la misión de defenderse de un posible ataque aliado.
La batería que se abre ahora a las visitas turísticas se construyó hacia finales de los años cuarenta del siglo XX en el marco del Plan defensivo desarrollado por la Comisión Mixta del Artillado de la bahía de Roses. Forma parte de una de las cuatro baterías que defendían esta área. La batería está dividida en dos secciones, cada una formada por dos búnkeres situados simétricamente a levante y poniente y orientados a norte y nordeste. El búnker del extremo de poniente contenía un nido de ametralladoras que dominaba la bahía de La Clota, la cual, antes de la construcción del puerto, era refugio natural de barcos y embarcaciones.
Los búnkeres se artillaron con cuatro cañones de acero procedentes de la Armada que, con unas leves modificaciones, se convirtieron en cañones de defensa de la costa. El objetivo era defenderse ante cualquier desembarque que tuviese lugar en el litoral ampurdanés, y disparar contra lanchas y vehículos anfibios.
En el contexto político y estratégico, esta fue una construcción tardía y de vida efímera. Se concibió en un momento en el que la presión internacional amenazaba al régimen franquista; pero en la década de los cincuenta, en plena Guerra Fría , quedó completamente obsoleta. Los cañones quedaron en desuso rápidamente, y no se conservan.
Los búnkeres se restauraron con la subvención concedida por el Memorial Democrático de la Generalitat de Cataluña , después de un largo periodo de abandono en el que fueron objeto de numerosos actos de vandalismo. El interior se repintó y limpió, y se instalaron vallas metálicas para intentar garantizar el estado actual.
No obstante, el interés de la visita va más allá del aspecto histórico, ya que estos búnkeres están situados en un entorno de gran valor natural y paisajístico que lo ha hecho merecedor de ser incluido en el Parc Natural del Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter. Así, la ruta incluye un paseo para descubrir la zona de Les Planasses , El Bol Roig y El Salpatx .